Ya pasado el simulacro en Madrid y ya recuperadas las horas de sueño, puedo decir que me ha cundido (¡y mucho!).
El viaje ida y vuelta en el día es una paliza, sin embargo (y a pesar de no poder dormir nada en la madrugada del sábado) esta vez ha sido la que más descansada he llegado y la que más he aprovechado el intensivo.
Por la mañana 5 horas de clase, por la tarde simulacro y corrección. Cuando tuve que salir corriendo a las 21.45 para ir a la estación de autobuses no podía conmigo misma, pero me esperaba una sorpresa (que no supe hasta un par de días después): ¡había conseguido alcanzar la meta que me había puesto para el EIR real en ese simulacro!.
Si somos realistas es un simulacro, no aporta mucho más que subir en ánimo y darte unas palmaditas en la espalda por parecer que lo estás haciendo bien. Pero vaya, todo suma y eso ha hecho que esta semana (en la que tengo programados tres temas y ya me he hecho consciente de que lo que no estudie en esta segunda vuelta probablemente quede ya sin estudiar) haya empezado todo con mucho mejor humor, con más ganas y viendo la posibilidad de alcanzar eso por lo que estoy peleando desde hace 7 meses.
¡Una plaza puede ser mía! (¡ y que viva el positivismo!).
No hay comentarios:
Publicar un comentario