martes, 18 de febrero de 2014

Primeras impresiones del EIR

Llevo desde el día siguiente al EIR con ganas de escribir pero la simple idea de ponerme a pensar detenidamente en ello una vez más me echaba para atrás. No voy a negaros que desde entonces el EIR y la espera de resultados es una constante en mi cabeza, pero es agotador y una cosa es tenerlo en mente y otra ponerse a escribir sobre ello. 

A pesar de todo hoy me he levantado animada y he decidido que es el día de responder a todos aquellos que me preguntáis qué sé del tema, cómo me fue, qué puedo esperar... así os respondo de una sola vez y no sigo estirando mi excusa perezosa.

El 1 de Febrero

Nunca había hecho un examen de este estilo y no sabía que esperar ni con que me iba a encontrar cuando acudiese a hacerlo.

Pues bien, lo primero que te encuentras es que por muy temprano que creas que estás llegando al lugar del examen, siempre hay gente que lleva allí desde bastante antes que tú.
En mi caso, por tener que ir en transporte público y no dominarlo mucho en fin de semana debí llegar más de una hora antes de la cuenta al edificio, pero ya había bastante gente entre los opositores y los que repartían publicidad de las distintas academias para preparar el EIR en la próxima convocatoria (no, eso no ayuda a mantener la confianza, la verdad) por lo que no me sentí tan "tía rara que llega la primera".

Mientras estaba en la puerta esperando que pasase rápido el tiempo y me tomaba mi segundo paracetamol por la migraña con que me levanté ese día, iba llegando más y más gente y empezó un desfile de examinadores cargados con cajas super empaquetadas, llenas de sellos de garantía y confidencialidad que más bien parecía que llevaban dinero a un banco que los exámenes de residencia. A todo esto el tiempo seguía pasando, me empezaban a entrar ganas de ir al baño y allí nadie abría las puertas para dejarnos entrar.

Si el examen era a las 16 h, debieron de abrir las puertas hacia las 15.30h. Por supuesto mi primer viaje fue hasta el aula donde debía examinarme y el segundo al baño (donde por suerte había suficientes inodoros, aunque de hacer cierta cola ya no me pude librar).

Una vez ubicada y preparada descubrí que todo eso que te mandan al correo tan oficial de tu número de mesa y de aula de examen, no era como yo me imaginaba (tipo las mesas de votar, donde hay unas listas y te identificas con el DNI mientras te apunta un vocal),  allí te llaman por orden de lista a voces como en cualquier otro sitio y una vez dentro de clase te apuntan y te indican donde está tu silla (ya asignada previamente mediante identificación).

En mi caso el aula no era la ideal para hacer un examen, pues si bien era amplia y permitía intercalar un sitio ocupado uno libre (esta duda también la tenía, ¿cómo nos iban a colocar a tanta gente?) las mesas estaban inclinadas por lo que los bolis resbalaban, la botella de agua era imposible mantenerla quieta, la "merienda" había que colocarla en equilibrio...y no quieras añadir más cosas que no puedes atenderlo todo.

Como por orden de lista fui de las primeras ser llamada tuve que estar sentada manteniendo los nervios durante un tiempo que se me hizo eterno (sí, el aula era inmensa, nunca paraba de entrar gente) y eso que allí sólo estábamos una diminuta parte de todos los presentados. Hasta que a las 16 h en punto comenzaron a explicarnos las instrucciones del examen (nada de móviles, tapones sólo de cera o silicona, quien quiera ir al baño que levante la mano y se le acompañará, etc...), se abrió la caja de planillas (quitando al menos tres envoltorios para llegar hasta ellos) y se empezó a repartir.

Planilla y hoja de respuestas nominal con tus datos. Si inhabilitas la hoja de respuestas tendrán que darte una planilla y otra hoja nueva no nominal y por lo tanto versión 0 que te obligará a buscar cada una de las preguntas respondidas y va a ser una movida, así que casi mejor no la estropees porque si no vas a tenerlo fastidiado.

16:15 h: empieza el examen. 
A lo largo de todo este tiempo, que se me hizo larguísimo, fui pasando por toda serie de sentimientos: desde la alegría de encontrar respuestas que ya sabía de memoria por haberlas hecho en anteriores simulacros, al estrés en preguntas que me parecían super ambiguas y tenía que jugármela entre dos pensando que cualquiera de ellas podría servir, hasta el miedo ante preguntas que no había escuchado jamás (eso en mis apuntes no estaba).... todo para llegar al ecuador el examen, las 18 h, hora de la merienda para reponer azúcar.
Sin parar en ningún momento me comí mi barrita energética y justo en ese momento empezaron a entrarme ganas de ir al baño, pero como iba bastante justa de tiempo preferí estirar las ganas, adelantar preguntas e ir más tarde.
Así que seguí con el examen, que empezaba a hacerse largo, y en las últimas preguntas comencé a darme cuenta de que estaba acumulando mucho cansancio, demasiadas horas concentrada al 100%.
Además como la vejiga no paraba de advertirme que podía estallar en cualquier momento y, por complicar aún más la cosa la lluvia de fuera empezó a conseguir que hubiera goteras que caían directamente sobre mi examen, decidí arriesgarme a perder unos minutos y levanté la mano para ir al servicio. 

Pero no iba a ser nada tan fácil y me dijeron que en ese momento no me podían acompañar puesto que ya había una compañera fuera y tenía que esperar a que ella volviese. Así que a pesar de las ganas decidí seguir a lo mío, y como no había tiempo que perder confié en que ellos me avisarían cuando me llegase el turno; pero los minutos fueron pasando, ya quedaba menos de media hora para terminar el examen y , sin duda, se habían olvidado de mí.
Cuando fui consciente de que no me quedaba otra tuve que decidir que, a pesar de poder explotar, ya no tenía la opción de ir al baño, no tenía tiempo, estaba en la fase de repaso de respuestas y quería poder contestar todas las que había dejado en blanco (creo recordar que unas 40-50 de primeras, demasiadas, había que arriesgar). 
Ahí empezó el peor momento del EIR, cuando el cansancio ya me abotargaba, la cabeza me estallaba, pero sabía que no podía parar de pensar pues esas últimas preguntas podían ser decisivas a la hora de subir puestos.

Cuando dudas entre dos se contesta SIEMPRE (por lo que esas fueron las primeras que me jugé), entre tres quizás pensando un poco puedas conseguir que la duda sea entre dos, y las que no tienes ni idea se tachan directamente. La teoría es muy clara, sin embargo yo no pude pasar sin comenter el error (manía que fui arrastrando en todos los simulacros) de, aparte de arriesgar, decidir cambiar respuestas que ya había contestado anteriormente. Con todo conseguí avanzar hasta dejar tan sólo 18 en blanco.

20:15 h: fin del examen. 

Bolis en la mesa y entrega de hoja de respuestas.
Fue poner mi hoja de respuestas boca abajo en el borde la mesa y darme cuenta de que la respuesta que acaba de cambiar estaba mal, que otra que había dudado no podía ser lo que yo había puesto... ahí empezó el bajón.

Otra cosa que aprendí de las oposiciones es que cuando termina el examen si sigues dentro del aula no te puedes ir cuando quieras, debes esperar a que se recojan todas las hojas de respuestas y te llamen para darte una de las tres copias sellada como resguardo de que pasaste por allí. Así que en función de la gente que quede en el aula podrás escapar antes o después, cuando para entonces sólo tienes ganas de echar a correr.

Yo lo primero que hice al salir de la clase fue, lógicamente, ir a los servicios, más de cuatro horas sin poder hacer pis+los nervios+mi panza no era buena combinación. 
Lo segundo querer salir de aquel edificio lo antes posible (tarea nada fácil pues a la salida había un montón de gente, entre los que tenían que esperar a que les entregasen su planilla por haber salido antes del examen y los amigos que venían con globos, pancartas, ramos de flores a buscar a los supervivientes del EIR/MIR/BIR, etc). 
Cuando por fin logré atravesar la masa, que más parecía estar en un concierto que en el EIR, y encontré a Adro yo ya no era persona.
El dolor de cabeza que llevaba arrastrando todo el día era ya insufrible, sólo quería irme y no hablar con nadie del tema (cosa imposible una vez que enciendes el móvil y toda tu familia y amigos con su mejor voluntad comienzan a acribillarte a llamadas y mensajes de whastapp).

Mi sensación entonces: fracaso. 
En ningún simulacro había salido tan decaída (ni en los peores), ya sabía unas cuantas preguntas que tenía directamente mal y no había pasado ni una hora desde que había terminado el examen. Estaba agotada, habían concluido los once meses de estudio y me encontraba con que quizás no hubiese conseguido mi objetivo, igual el esfuerzo no me había servido de nada.
Me hubiese metido en la cama para no saber nada más del mundo por ese día, pero nos fuimos a cenar.

Cuando por fin llegué a casa no lo pude evitar (sí, hay veces en que soy un poco masoca, lo admito) tuve que mirar aquellas respuestas que tanto dudé, las que tenía casi claro que estaban mal...y no fue buena idea. No sabría decir entonces si ganaba o perdía, pero gasté mis últimas fuerzas en esa búsqueda.

A pesar del agotamiento físico y mental esa noche no dormí demasiado bien, estaba claro que mi cabeza seguía funcionando (seguramente buscando alternativas ahora que estaba convencida de la posibilidad de haber perdido) y por la mañana temprano ya estaba bien despierta. 

El día después.

Fue entonces, mientras Adro bajaba a comprar churros para desayunar y olvidar mis penas, que me encontré con la sorpresa de que en la web de las academias ya estaban activas las plataformas de corrección y ya podía meter mis respuestas para ver mis resultados comparados con los opositores que los fuesen introduciendo a lo largo de los siguientes días. Sinceramente en ese primer momento lo único que me importaba era ver si realmente ya podía dar por hecho que me había salido tan mal como para empezar a plantearme nuevas opciones de futuro.

190 cuadraditos rellenos, botón de "enviar" y ....... voilà! 373 puntos (ó 69,07 netas) ¡existía una posibilidad! aún sin saber qué resultados tendrían los demás, sin que fuesen las respuestas correctas oficiales dadas por el Ministerio, no estaba nada mal...de momento.

Pasaron los días y mi entrada en la web para comprobar cómo iban evolucionando mis resultados según aumentaba el número de exámenes corregidos era una constante en mi vida.
Así nueve días después, la tarde antes de que saliesen las respuestas correctas del Ministerio a las 00.00h, con unos 4000 exámenes corregidos hasta el momento mi puesto estaría entre los 30-40.

No, no es nada oficial, hablamos de 4000 exámenes frente a una estimación de 15000 opositores presentados, pero es algo y es algo bueno.

La parte de las respuestas correctas, la modificación de posición en función de las mismas y la aventura de las impugnaciones...os la dejo para el próximo post.

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