Ya he vuelto de vacaciones. La verdad es que ya hace días que se me han terminado, pero la desgana con que estoy afrontando esta semana ha hecho que ni siquiera tuviese ganas de pararme a escribir sobre ello.
Ha llegado el momento, el bajón, el decir "ya estoy harta de esto". Era esperable, sí, pero es la primera vez que me enfrento a ello y es duro (supongo que según vayan avanzando estos meses me pasará más veces, espero estar ya preparada para ello).
Se me ha juntado todo: que ya es bastante el tiempo llevo estudiando, las vacaciones (con las que me he dado cuenta de lo que me estoy perdiendo por quedarme en casa encerrada), la semana grande de Gijón, la noche de los fuegos, el sol, el ambiente, el buen tiempo, la gente con ganas de fiesta... en resumen, que de golpe y porrazo me he hecho consciente de que ha pasado la mitad del verano y yo sólo lo he visto pasar de refilón.
A parte de todo también me ha tocado un tema bastante feo al que enfrentarme a la vuelta, básicamente gestión sanitaria (con sus comisiones, sus zonas básicas de salud, sus metodologías y programas para hacer Educación para la Salud...) ¿habrá algo más feo que esto?.
Así que me encuentro ante un dilema: escaparme la próxima semana "al pueblo" lejos de la costa y del ambiente para no tener más opciones que estudiar y volver a coger impulso, o quedarme en Gijón para enfrentarme a este problema de frente pero teniendo la opción de poder disfrutar de una manera "light" de los últimos quince días de verano antes de tener nuevo destino en mi vida y recargar del todo las pilas para continuar a tope a partir de septiembre (ya que entonces, esté donde esté, sí que ya no tendré la posibilidad de irme de sidras o de comer en la playa).
Pero es que son dos semanas más, y si me despisto un poco Febrero ya está ahí.
¡Ay, quién tuviese un futurólogo que me dijese qué es lo mejor que puedo hacer!
Ninguna otra foto de todas las que he hecho la semana pasada me vendría mejor que ésta ahora mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario